Noticias como ésta, aunque muy a menudo ocurren de forma anónima, te descolocan, te dejan sin palabras y te dan que pensar de cómo es esta vida que, pese a todo, por suerte nos ha tocado vivir. Deberíamos dar gracias a Dios o a la suerte, para el que no sea creyente, por todos los días que nos toca vivir, por todos los días que concluimos. Gracias por esos días y por la gente que nos acompaña.
Parece mentira que una persona, a priori tan sana y vigilada médicamente como un deportista de élite, pueda caer de esta forma.
D.E.P.