Las mafias amenazan el fútbol
• “El criminal que entra en el mundo del fútbol compra una entrada para ascender socialmente. Pasa de ser un delincuente a una celebridad. Gana dinero, conoce famosos y se codea con el poder legítimo”... Son las conclusiones de un informe que explica que el mundo del fútbol está penetrado ya por delincuentes.
Reportaje por: Luis RENDUELES / Manuel MARLASCA / Daniel MONTERO
Fotografías por:
17/08/2009
El Sevilla pudo vender a su estrella, el delantero brasileño Luis Fabiano, este verano. El Milan que preside Silvio Berlusconi iba a pagar 14 millones de euros. De pronto, sonó el teléfono en la sede del club italiano y una voz con acento británico advirtió: “No pueden comprarlo sin hablar con nosotros. Tenemos el 65 por ciento de Luis Fabiano”.
El que dijo ser dueño de más de la mitad del goleador de la selección de Brasil hablaba en nombre de Río Fútbol Servicios Hungría KFT, que anunció que demandarían al Sevilla si el traspaso se realizaba y ellos no se llevaban su parte. Al final, Luis Fabiano no se movió de España. interviú ha comprobado que el verdadero nombre de esa sociedad es Rio Football Services Hungary Szolgaltato KFT, con domicilio en Budapest. Está representada por dos ejecutivos húngaros y otro inglés. Tiene oficina en Londres. Y depende de otra empresa: Rio Football Services LTD, domiciliada en Line Wall 57-63, Gibraltar, la misma dirección que sirve de contacto a un bufete español de abogados. Es decir, la empresa de los dueños de Luis Fabiano –O Fabuloso, le llaman– está en el paraíso fiscal del Peñón. Posiblemente ni el propio jugador sepa quiénes son sus últimos dueños.
Algo está cambiando en el fútbol. El GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional), una organización creada por los países más poderosos para luchar contra el blanqueo de dinero y la financiación de grupos terroristas, hizo público en julio un informe con el título Lavado de dinero en el mundo del fútbol. Son cuarenta páginas elaboradas con la colaboración de Italia, Inglaterra, Alemania, Francia, Brasil, Argentina… Todas las potencias, excepto España.
Los países que sí han colaborado han descrito más de veinte casos de uso del fútbol para blanqueo de dinero procedente de actividades criminales. “El lavado de dinero en el fútbol es más profundo y complejo de lo que se creía”, concluye el informe. Los expertos del GAFI tienen claro el móvil: “El criminal que entra en el fútbol compra una entrada para su ascenso social… No sólo ganan dinero, también adquieren prestigio. Pasan de delincuentes a celebridades, a tener relaciones con famosos y moverse cerca del poder legítimo y sus círculos”.
14.000 millones al año
Desde los años noventa, el mercado del fútbol se ha ampliado. Hay 38 millones de futbolistas federados –casi medio millón en España– en 301.000 clubs y cinco millones de árbitros y auxiliares. El fútbol mueve casi 14.000 millones de euros al año (en 2007, según Deloitte). De ellos, 7.200 millones en las cinco grandes Ligas (España, Italia, Inglaterra, Alemania y Francia). Nuestra Liga movió 1.326 millones en 2007. Hace diez años, los futbolistas de esas cinco grandes Ligas ganaban 1.200 millones. Hoy ganan 4.200 millones. Esa entrada salvaje de dinero, con los derechos de televisión, sponsors, marketing… aumenta los riesgos “para la integridad del deporte”, según el GAFI. “Hay conexiones entre organizaciones criminales y el mundo del fútbol, incluyendo grupos internacionales infiltrados en el nivel más alto del fútbol hasta delincuentes locales con intereses en pequeñas ligas y clubs amateurs”, asegura el informe.
El fútbol es, por tanto, terreno abonado para los criminales. “Es un mercado fácil de penetrar”, señala el GAFI. “Nadie pregunta de dónde viene el dinero si traes buenos fichajes”, remata un investigador español. Mueve mucho dinero en metálico, el precio de los fichajes es aleatorio, hay traspasos por todo el mundo y beneficios fuera de control, según el GAFI. Un miembro de los servicios de información españoles pone un ejemplo básico: “El dinero de las entradas se paga en metálico. Un club modesto vende 70.000 entradas en un año, pero comunica que ha vendido 80.000. Así, sin despeinarse, ya ha blanqueado el valor de diez mil entradas”, explica. Un experto en la lucha contra el blanqueo completa el panorama: “Antes eran los caballos y las obras de arte, ahora también son los futbolistas. Todos sirven para blanquear”, aunque matiza: “Lo mejor sigue siendo el arte: un cuadro no se rompe una pierna”.
Con las piernas sanas, ¿quién puede discutir que tal jugador vale 30 millones y no 20? El mundo opaco de agentes, intermediarios y directivos fomenta los traspasos. Los jugadores ya no duran en los equipos, algunos no saben quiénes son sus dueños. Carlos Tévez, internacional argentino al que quiso fichar el Real Madrid, es el caso más claro. Jugaba en el Corinthians de Brasil, pero su dueño era el fondo de inversión MSI, representado por un iraní llamado Kia Joorabchian.
Tévez fue vendido de un equipo a otro: pasó al West Ham y luego al Manchester United. Millones y millones se movían en cada traspaso. Y este verano, de nuevo, sus dueños han hecho caja: lo han vendido por más de 30 millones al Manchester City. Un juez de Brasil descubrió que el dueño real de Tévez era Boris Berezovski, un oligarca ruso que se hizo millonario con Yeltsin y tuvo que salir del país cuando Putin llegó al poder. En cuanto a su nuevo equipo, el Manchester City estaba controlado por el ex primer ministro de Tailandia, Thaksin Sinawatra, condenado a dos años de cárcel por corrupción. Lo compró por 121 millones y se lo vendió por 186 a un fondo de inversión de Abu Dhabi, representado por el jeque Sulaiman Al Fahim.
El informe del GAFI asegura que los traspasos son “vulnerables” al lavado de dinero, la evasión de impuestos y el fraude. En el camino pueden hacerse todo tipo de operaciones. El GAFI añade una mención a España: “Los clubes más importantes adoptan la forma legal de asociación (como Barcelona y Real Madrid) o sociedad deportiva limitada (como Valencia y Sevilla). En ambos casos, la ley impide distribuir beneficios. Esto significa que si los que controlan un club quieren sacar beneficio de él, necesitan hacerlo a través de las transacciones. La forma más fácil podría ser a través del mercado de traspasos”.
Sea como fuere, muchos equipos compran y venden frenéticamente. El entrenador del Arsenal, Arsène Wenger, ha acusado al Real Madrid y al Barcelona de practicar “doping financiero”, una práctica que inició en el Chelsea otro magnate ruso, Roman Abramovich y que ahora cultiva en el Shakthar Donestk (Ucrania), Rinat Ajmetov, el hombre más poderoso del país y el más rico.
El caso del defensa brasileño Henrique –jugador del Barcelona– es ilustrativo del loco mercado del fútbol. El Palmeiras brasileño lo compró al Curitiba por dos millones. Seis meses después lo vendió al Barcelona por ocho. El futbolista fue cedido el pasado año y lo volverá a ser ahora. Otros jugadores normales fueron vendidos por cifras escandalosas. Darren Bent, inglés, valió 32.6 millones, Rolando Bianchi, 18. Casi nadie los recuerda. Pagar un sobreprecio por los futbolistas es otro método de lavado de dinero, según el informe del GAFI.
Los dueños de algunos equipos son otro misterio. El informe recoge como se hizo correr el rumor de que una multinacional farmacéutica iba a comprar el Lazio de Roma. Era mentira, pero las acciones del club subieron inmediatamente. De forma que quienes las tenían ganaron mucho dinero. Un fiscal italiano vinculó esa operación con la mafia, que además de enriquecerse, trataba de controlar el equipo.
Rechazo en Valencia
En nuestro país, el Valencia vive días convulsos después de que una empresa llamada Inversiones Dalport comprara en julio más del 50 por ciento de las acciones. Se trata de una sociedad con sede en Uruguay –y con problemas con la Hacienda de ese país–y su logotipo –un águila– está tomado de una serie de dibujos animados. La empresa debe pagar 46 millones esta semana. Si lo hace, controlaría el club a partir de septiembre. En Valencia se ha generado un movimiento de rechazo: directivos y empresarios animan a todos a poner dinero para evitar que los uruguayos se queden con el club. Una vez más, las pasiones del fútbol mueven mucho dinero: se cree que al menos se conseguirán 20 millones en diez días para frenar a los extranjeros.
El GAFI recoge la anomalía de que los futbolistas extranjeros que juegan en España, desde Ronaldo a Ibrahimovic, paguen el 24 por ciento de impuestos (igual que un trabajador que gane 60.000 euros), frente al 48 por ciento que pagan los futbolistas españoles.
A veces, los personajes que llegan al futbol no son delincuentes, sino empresarios, sobre todo constructores. El informe del GAFI señala: “Se ha observado en varios países que algunos dueños o inversores en clubes de fútbol eran premiados con contratos para obras públicas”. Y pone un ejemplo: “Un pseudo hombre de negocios vinculado a algunas autoridades locales adquirió un equipo de fútbol de la Liga profesional y lo usó para atraer políticos y altos cargos. Gracias a su equipo y los partidos tuvo acceso a autoridades con poder de decisión sobre la concesión de obras públicas y utilizó sus contactos para conseguir que la mayoría de las grandes obras le fueran adjudicadas a él”. Ocurrió… en México.
La UEFA alertó en 2005 de la entrada de dinero negro. Y la Liga inglesa ha editado una guía para detectar cuándo los magnates que entran en ella están blanqueando dinero. La ONG Play The Game advierte de la marea criminal y propone cambios... Pero la rueda debe seguir girando. Lo piden los aficionados, las televisiones, los sponsors, los dueños de los clubs, sean quienes sean. El informe del GAFI advierte: “La gente rechaza derribar la ilusión de que el deporte es inocente. Como consecuencia, muchas actividades ilegales no se reflejan. Los ‘sponsors’ tratan de mantener la buena imagen del deporte. Un rumor sobre blanqueo haría perder dinero. Por eso el blanqueo en el fútbol se señala menos que en otros ámbitos”.
Un investigador español lo dice con otras palabras: “El fútbol mueve todo en España: televisiones, grupos de poder, dinero, audiencias... No interesa destapar lo que haya detrás o debajo”. El espectáculo debe continuar. Y los delincuentes se sienten invitados.