También me gustaría destacar la deportividad que hubo en todo momento por los jugadores de ambos equipos. Muy pocos incidentes sobre el terreno de juego en general, excepto un par de balonazos de los rojillos que, como no había manera de que la tirasen entre los tres palos de Ramón, miraban de apuntar a alguna camiseta arlekinada para apaciguar su rabia.