Me despido de la Señora Torrejon con un poema de Alberti:
Oh tú, mi amor, la de subidos senos
en punta de rubíes levantados,
los más firmes, pulidos, deseados,
llenos de luz y de penumbras llenos.
Hermosos, dulces, mágicos, serenos
o en la batalla erguidos, agitados,
o ya en juegos de puro amor besados,
gráciles corzas de dormir morenos.
Oh tú, mi amor, el esmerado estilo
de tu gran hermosura que en sigilo
casi muriendo alabo a toda hora.
Oh tú, mi amor, yo canto la armonía
de tus perfectos senos la alegría
al ver que se me abren cada aurora.